Mi hombre velludo

Conocí a un hombre excepcional… Alto, blanco, cabellos y ojos castaño y muy velludo, tal y como siempre me gustaron los hombres; lo mejor es que su calidad humana lo hacía ver más atractivo, (cabe acotar que yo tenía 22 años). Tres meses después me hice su novia. A partir de ese día, cambió mi perspectiva de la vida; comencé a ver el mundo desde otra óptica, las cosas que me interesaban habían cambiado, ese hombre. ¡Era el hombre perfecto!

Cada vez que estábamos solos comenzábamos a besarnos o quizá la palabra adecuada era “COMERNOS” de una manera tan tierna y a la vez salvaje. Me acariciaba los senos mientras sus labios devoraban los míos y esto producía que estallara un volcán dentro de mí y siempre terminaba con mi ropa interior muy húmeda. Él me hacía lo que hasta ese momento yo le permitía. Así nos mantuvimos por quince días consecutivos, buscando el momento de estar juntos y solos para repetir nuestro ritual de pre calentamiento sin sexo. ¡Sí, tal cual!

En la tarde llegaba a mi casa y él a la suya. Hasta que un día decidimos ir más allá; estábamos en un mirador muy acogedor, dentro del carro, como siempre, devorando nuestros labios, nuestra respiración entrecortada y yo por supuesto extremadamente húmeda, la excitación era tal que yo no podía pensar, sólo sentir cómo mi cuerpo deseaba ser acariciado. Mi vagina estaba tan húmeda y se excitaba más cada vez que sus grandes y cálidas manos tocaban mis senos y sus dedos jugaban con mis pezones erectos. En un arrebato de pasión, mi mano bajó más abajo de lo que acostumbraba y él, con la suya me la llevó hasta su entrepierna, pude tocar ese gran bulto que contenía un enorme trozo de carne que minutos más tarde estaría desnudo y firme delante de mí. Pues entre respiraciones entrecortadas y caricias profusas me dijo lo que hacía días había deseado oír; con su voz gruesa, de hombre, yo diría de macho, en mi oído: “!quiero hacerte el amor!”

Esas palabras me hicieron temblar y ya no estaba húmeda sino mojada por el manantial que brotaba en mi entrepierna, mi cuerpo ya no soportaba la ropa y sucumbí. Fuimos a un hotel y por primera vez estuvimos tan juntos que no podríamos saber ¡dónde empezaba él y terminaba yo! después de hacernos el sexo oral entre otras cosas; pude, “al fin”, tener una explosión en todos mis sentidos. Pues, aunque ya había tenido otras experiencias sexuales, me sentía como la primera vez… Y es que así era, ¡pues él me hizo sentir mi primer orgasmo! La primera de muchas explosiones estilo “Big Bang” que sentiría en los días sucesivos pues esto nos abrió las puertas a un mundo diferente.

A partir de ese día, los días sucesivos estaban llenos de sexo y placer, hacíamos el amor en mi oficina, sobre mi escritorio, en todas partes, estábamos como enfermos, adictos al sexo. Cuando me dejaba en mi casa, no podía hacer otra cosa que recordar lo que habíamos vivido y me humedecía otra vez… A veces no podía dormir de la impaciencia que tenía por verlo al día siguiente, por escuchar su voz, por sentir sus caricias y su pene dentro de mí.

Cada día era diferente; experimentábamos cosas distintas. Incluso, me enseño a masturbarme y entonces, cuando llegaba a mi casa, esperaba la llamada de mi hombre. Recordándome todo lo que habíamos hecho, muchas veces veníamos de hacer el amor e igualmente me llamaba y me dirigía con su voz para que yo me acariciara los senos, tocara mi clítoris erecto y húmedo, volvía a estallar en un maravilloso orgasmo…¡YA ESTOY HÚMEDA OTRA VEZ!

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